Lo que pasa en la Amazonía es un reflejo de lo que pasa en toda la humanidad. La crisis ecológica que nos atenaza es el resultado de un antropocentrismo depredador que ha cosificado todo y todo lo concibe a su caprichoso servicio. Desde ahí, la naturaleza es un “objeto” a explotar en función del consumismo con que llenamos vacíos.
Pero ese consumismo consume nuestros valores humanos más genuinos. De cosificar a la naturaleza pasamos a cosificar a las personas. Ya nada es sagrado. El único dios al que se sacrifica todo es el dinero.
Ante esto el Papa nos invita a escuchar la sabiduría de los pueblos originarios, de los pueblos indígenas. Para ellos la naturaleza es sagrada. Su vida está intrínsecamente unida a ella y se sienten una parte más de ella, en sintonía con el resto de seres de la creación. La madre tierra les cuida y ellos cuidan a la madre tierra. La Laudato Sí así lo reconoce : “Para ellos, la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual interactuar para sostener su identidad y sus valores. Cuando permanecen en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan” (LS-146).
En este camino sinodal que ya está en marcha, el consejo presinodal ha publicado un documento laboris en el que bajo el método de ver-juzgar-actual, y a través de una batería de preguntas, se invita a todas las jurisdicciones eclesiásticas amazónicas a reflexionar y aportar. Para ello, a lo largo de toda la geografía amazónica, asambleas de escucha están siendo convocadas. La Iglesia se pone a la escucha de los pueblos indígenas. Tenemos mucho que aprender.
El Vicariato de Zamora-Chinchipe, sur de la Amazonía ecuatoriana, ha celebrado su asamblea presinodal territorial del 17 al 19 de septiembre de 2018. Con la presencia de su obispo, monseñor Walter Heras, de todo el clero del vicariato, religiosas, misioneros y laicos comprometidos, la palabra de los hermanos shuar y saraguros fue especialmente escuchada con interés. Nos enriquecieron con su palabra, pero también con su modo de celebrar que trasmite una espiritualidad profunda, en plena sintonía con la naturaleza.
Nos llegó su grito de dolor por sentirse atropellados por proyectos extractivos que vienen de fuera y no les consultan, por ver extenderse la contaminación y por una Iglesia que no siempre ha sabido valorarlos. Se sienten Iglesia, pero quieren poder expresarse desde su ser más genuino, en su lengua, con sus expresiones rituales llenas de contenido. Se saben poseedores del don de curación, que reconocen procede de su unión con el Dios creador. Su sabiduría ancestral es también encarnación de Dios.
Ante ellos, resonaba en todos las palabras del Éxodo 3,5 : “Descálzate, porque la tierra que pisas es tierra sagrada”.
Se concluyó la asamblea con una bendición colectiva sobre nuestro obispo, monseñor Walter Heras, que será quien lleve la voz de Zamora-Chinchipe al sínodo. Nuestras manos extendidas sobre él invocaban a ese Espíritu que aletea en toda la Amazonía.
Sin duda, los pueblos indígenas, que respetan y veneran la naturaleza, nos enseñan un modo más genuinamente humano de relación con el entorno, un modo de proceder que nos humaniza. Ellos nos evangelizan, nos acercan a ese Dios encarnado en su creación que nos regala su amor en cada una de sus criaturas.
Mariángel Marco Teja Ursulina de Jesús Zamora-Chinchipe, Ecuador, 10 de octubre de 2018.